Mi vida era normal.
Lo era. Hasta que me miraste.
Con tu mirada penetrante.
Con tu terquedad de estudiarme desde la distancia.
Con esa ganas incansables de llamar mi atención, de buscar que te mire, de intentar conseguir algo de mi.
Siempre tan terco, tan testarudo... Deseoso de conseguir todo lo que se propone, haciendo todo lo posible por conseguirme.
Siendo un maldito cabrón, y jodiendome la vida.