Un momento inolvidable.

-Esta noche va a ser inolvidable -soltó Jackson con aire de superioridad.

-¿Y quién te ha dicho a ti que la voy a pasar contigo? -vaciló Dafne queriendo bajarle el orgullo.

-El brillo de tus ojos cuando me besas y la forma en que acercas tus caderas, es de puro deseo -confesó mordiéndose el labio inferior, deseándola hasta perder la cordura. 

Dafne agachó la cabeza y miró hacia la puerta avergonzada.
Viendo que ella no le contestaba, quiso arreglarlo y no alejarla de él. La necesitaba como nunca había necesitado a nadie:

-Ven tonta, si yo quiero lo mismo contigo, en ningún momento he dicho lo contrario -posó los dedos en su barbilla con suavidad y levantó su cabeza mientras se acercaba para volver a besarla.

-No te hagas ilusiones -le cortó ella girando el rostro. Había herido su orgullo.

-Me acabas de hacer la cobra ¡Guau! Debo de reconocer que estoy sorprendido -admitió sintiendo una extraña punzada de dolor.

-¿Me parece a mí o estás demasiado acostumbrado a conseguir todo lo que quieres? -preguntó irónicamente afligida ante aquel hombre que la hacía temblar hasta lo más profundo de su ser.

-Lo siento, admito que ser quién soy me ayuda a conseguirlo -hizo una pausa para tomar aire- No suele significar algo más... -confesó asustado mientras ella se giraba dándole la espalda.

Dafne se levantó para salir de la habitación, tenía tal nudo en la garganta que no era capaz de articular ninguna palabra. No supo gestionar como tomarse aquella revelación que había deseado escuchar tantas veces. Sentía tanto miedo que solo quería salir corriendo.

-¡Espera por favor! -suplicó Jackson mientras le agarraba la mano- no dejes que nos perdamos esto que sentimos. Sabes que cada vez que te veo no puedo quitarte el ojo de encima, tanto, como tú a mí.

Dafne detuvo sus pasos. Pero no pudo decir nada más, porque Jackson se abalanzó a sus labios con lujuria dejándolos rojos e hinchados. Y no recuerda en qué momento pasó, pero dejó que aquel hombre que tantas veces había deseado devorara cada parte de su ser. Besó, lamió y mordió todos y cada uno de los rincones de su cuerpo, de una forma tan sensual y placentera, que juraría haber tenido los mejores orgasmos sólo con su maldita boca.

-Esta noche es nuestra Dafne, solos tú y yo... -susurró deteniéndose con especial erotismo al pronunciar su nombre- Pasemos juntos un rato inolvidable.

No tuvo que decir nada más para entregarse a él por completo, el simple echo de saber cómo se llamaba, fue más que suficiente para entender que todos esos meses no había pasado desapercibida ante él, de igual forma, que él no pasó desapercibido ante ella.