Abuelos debéis ser eternos.

 Sabes ese momento en el que todo son voces, chillidos, risas, gorgojos.

Ese momento en el que se está poniendo la mesa de una familia de hijos, nietos y bisnietos.

Ese día de encuentro de tantos años, de tanto tiempo y tanta ausencia.

Esas voces de "pásame el pan" o de "¿quién quiere fanta?" Y un "yo, yo, yo" continuo.

Mientras ríes, y hablas con la boca llena... Llena de felicidad (y de comida también).

Ese reencuentro tan esperado y tan especial.

Y de repente se termina la comida, se terminan las voces, y llega el momento de paz.

El silencio de estar todos juntos y no sentirse incómodo, al contrario disfrutar de la presencia de todos y cada uno de ellos en silencio, en paz.

Doy gracias a la vida por permitirme vivir estos momentos, y ojalá por muchos años más.

Abuelos, debéis ser eternos, siempre.