Y se puso su mejor sonrisa.

Era una fría mañana de invierno, en pleno Enero... habían pasado tres inviernos desde que todo pasó, esa mañana abrió los ojos, y como de costumbre, era inevitable tenerlos ahogados en lágrimas. Y la verdad... es que eran los ojos más bonitos que el mundo pudo crear, y era imposible entender como alguien pudo hacerle tanto daño, como pudo dejar que esos ojos dejaran de brillar, que apagara esa llama que residía en ella.
Pero esa mañana fue diferente, nadie sabe el motivo, ni si quiera un simple por qué, pero esa misma mañana algo en ella cambió. Se lavo la cara, cepilló su cabello, se echó un poco de rímel en las pestañas, algo de maquillaje para las ojeras y se puso su mejor sonrisa.
“Ella decía que estaba cansada de residir en el mismo infierno día tras día”.
Así que salió a la calle, y la verdad, es que tuvo el mejor día de su vida, la felicidad le sonrió aquel frío día de Enero.
Pero... al llegar a casa, y volver a mirarse al espejo, fue triste recordar lo mal que había estado pasándolo... y se dijo a sí misma “mirate, ¿te ves, ves que fácil es sonreír? pues no vuelvas a dejar de hacerlo nunca”.
Y así fue, no dejó que nadie le quitara su sonrisa, y nos enseñó una gran lección a todos. Que en la vida las cosas no salen siempre como uno quiere, pero hay situaciones que ocurren por alguna razón y aunque no encuentres el motivo al principio, lo encontrarás más adelante. Porque si alguien se va de tu vida es porque el destino te tiene preparado algo mucho mejor, porque solo se trata de darle tiempo al tiempo, que las mejores cosas de la vida ocurren sin ser planeadas, y llegan sin ser buscadas, así que no tengas prisa por nada, porque todo en esta vida llega en su momento.