Nunca olvides sonreír.

Quería darle las gracias, sí, por haberme roto el corazón, por haber pasado de ser todo a no ser nada, de verdad gracias. Me has enseñado que nada es imposible, que si quieres puedes, que no hay que darlo todo por nada ni por nadie, hay que luchar por nosotros mismos, por nuestra felicidad, por nuestro futuro. No hay que poner la mano en el fuego por nadie. Lo mejor de todo es que he aprendido que si algo se va de tu vida es porque el destino te tiene preparado algo mucho mejor. Que hay que ser egoísta y pensar en ti, en lo que te mereces, en lo que vale la pena y nada más. Así que sonríe porque nada ni nadie debe quitarte jamás esa sonrisa de la cara.