Momento de gloria.

Sentía como podía rozar la hierba humeda con la punta de mis dedos; como el aire frío en el sol desaparecía; como los vaqueros empezaban a humedecerse; como aquel abrigo de pelo tan suave, me tenía a la temperatura exacta que yo requería.
Cerraba los ojos con fuerza, me imaginaba un mundo nuevo, no una vida mejor. Porque mi vida no será perfecta, pero las personas que tengo en ella hacen que lo sea.
Así que abrí los ojos y veía como el viento movía las hojas de los arboles, y me veía a mi, en mitad del campo, rodeada de verde, disfrutando de la naturaleza, respirando aire puro. Quería que ese momento no acabara nunca... me sentía llena de vida, como si pudiese coger el mundo con mis propias manos y manejarlo.
De repente escuché la voz de mi abuela llamandonos a todos para comer, el momento de gloria se acabó.

Pero al entrar en casa y ver a toda tu familia, el fuego de la chimenea, las dos mesas juntas, y todos esos platos, vasos y cubiertos que parecían no poder caber en la mesa, todo el amor que se podía respirar en esa habitación de tan solo unos metros cuadrados. Y sentirte tan completa, tan llena de vida, tan llena de amor, tan llena de ellos. Eso, eso sí que era un momento de gloria.