Una historia de amor en tan solo 5 días #UHDAETS5D

Una historia de amor en tan solo 5 días.


No nos conocíamos, no habíamos hablado más allá de una conversación por whatsApp, o una llamada telefónica. Pero ahí estabas tú, bajándote del autobús. Habías hecho 4 horas de camino sólo para verme, y sin conocerme de nada. Te arriesgaste, sí. Jamás nadie había echo eso por mi. Pero te arriesgaste a que yo te hubiera mentido, y te hubiese dejado tirado en mitad de la estación, a que todo hubiese sido una falsa y yo solo pretendiese reírme de ti, te arriesgaste a quedar en ridículo. Pero yo también me arriesgué, cedí a invitar a mi casa a una persona que no conocía, no sabía de qué sería capaz, no podía fiarme de él solo por hablar a través de una pantalla, podía haber echo miles de cosas. Pero exactamente, los dos nos arriesgamos. Era una nueva experiencia, y es que, el que no arriesga no gana. Pero bajaste del autobús con esa mochila colgada a la espaldas y ese macuto del Barça en el brazo izquierdo. Sí del Barça, y yo soy del Madrid, pero no le di importancia alguna. Y me abalancé sobre ti, dándote un abrazo corto y rápido. Te dije "¡Ya has llegado eh! Ya era hora" pero me di cuenta que no eras muy hablador. Y nos dirigimos a mi casa, a dejar tu equipaje. En cuánto lo dejamos fuimos a un parque ¿te acuerdas? pero no entramos ni nada, solo nos quedamos sentados en un bordillo que había rodeando el parque, fumándonos un cigarro. Hasta entonces no te había mirado bien, no me refiero a que no había prestado atención a tu físico, que lo hice. Me refiero a que no era capaz de mirarte a los ojos, de mantener la mirada contigo, tenía miedo a lo que mi cuerpo se limitase a sentir, así que solo te echaba miradas rápidas y consecutivas, pero no te miraba fijamente. De esto tú no te diste cuenta, ni sé si lo llegarás a saber algún día...
Fuimos a  mi casa a comer, estabas muy cansado, así que en cuánto "comimos" nos fuimos a mi habitación. Y digo "comimos" porque lo que es comer, se comió poco, por no decir nada. Cuándo llegamos a mi habitación nuestra idea era echarnos una siesta, el problema es que había dos camas y tú querías la mía. Así que al final cedí en que los dos durmiéramos en la misma cama. Pero encima tú, querías ponerte en el lado de la mesita de noche, y ese, era mi lado, así que no. Tu serías cabezón, pero yo lo fui más, y como es de esperar me quedé con mi sitio. Cuándo estábamos tumbados me preguntaste "¿Puedo abrazarte?" y me puse muy nerviosa, pero te dije que sí. Y entonces me abrazaste, y fue algo raro, era cómo si nuestros cuerpos al juntarse se quemaran, parecía cosa de magia. Me dabas mucha calor, aunque tú decías que la que daba calor era yo. Y bueno, al fin y al cabo nos dormimos, abrazados, como si fuera algo normal de dos personas que era la primera vez que se veían. Pero sí, dormimos abrazados, y ardiendo, porque nuestros cuerpos al tocarse ardían.
 Estaba sumergida en mis sueños, cuando de repente me sonó el whatsApp y me desperté. Me desperté acalora, pero claro... no caí en la cuenta de que no estaba durmiendo sola. Tenía tu brazo echado por encima, y me entró un escalofrío que hizo que me incorporara corriendo. No sé porque lo hice, fue ...como un lapsus, un acto refeljo. Y claro... al levantarme de golpe, sin querer te desperté. Te miré, tenías una cara de sueño que no te la quitaba nadie, y aún así estabas guapo. Pero quería mirarte, quería mirarte fijamente, aunque tú cogiste tu gorra y te tapaste la cara. Por una parte te lo agradecí, pero por otra, cada vez tenía más ganas. No sé que fue lo que me hizo cambiar de opinión tan repentinamente, pero eso sí, tus ojos eran preciosos. Nos levantamos y nos fuimos a dar una vuelta, recuerdo que llevaba aquella camisa blanca de encaje, y tú te cabreabas porque los tíos que pasaban por mi lado me miraban. A mi, me hacía gracia, pero por dentro me encantaba que te molestara. Sé que hacía solo unas horas que nos conocíamos en persona, pero sentía como si esas horas hubiesen sido eternas, como si llevase ya años conociéndote, fue algo raro... Al cruzar una calle nos encontramos con un amigo, uno de los mejores amigos que alguien puede pedir. Recuerdo que primero fuimos al peñón de la playa, y después a los jardines de una urbanización privada. Nos sentamos en un banco rodeado de césped, pero el césped estaba húmedo. ¡Sí, todavía me acuerdo como si hubiese sido ayer! Y allí estábamos los tres, hablando como si nos conociéramos de toda la vida. 
Hubo un momento en el que fue como... si el tiempo se detuviese, yo os miraba, y estabais hablando, riendo... estabais bien, a gusto. Fue como que no quería que ese momento acabara nunca. Me sentí tan feliz, estaba tan orgullosa de tenerte ahí. ¿Te acuerdas cuando él se fue a por su novia y nos quedamos los dos solos? Pues fue ahí, cuando te mire fijamente, cuando nos miramos... y sentí... sentí que eran esos ojos los que me gustaría ver todos los putos días de mi vida y no me cansaría jamás de ellos, de esa mirada. Recuerdo que te mordiste el labio mientras me mirabas. ¡Y buaf! no te imaginas lo perfecto que te quedó. No sé que fue exactamente lo que hiciste, pero despertaste algo en mi, algo muy grande.

 Viniste para pasar un fin de semana, y llegó el día de irte... pero no podía dejar que te fueras así sin más. Sentía que tenía que hacer algo, o si no me arrepentiría el resto de mi vida. Así que conseguí convencerte para que te quedarás un día más, aunque me lo pusiste muy fácil, porque tu no querías irte. Llegó la noche y recordé que al día siguiente yo tenía que madrugar, se me calló el mundo encima... pero me daba igual yo tenía que hacer algo sí o sí. Nunca he sido una chica atrevida, y mucho menos lanzada; soy de esas personas a la que le cuesta actuar por miedo, por miedo al rechazo. Te juro que cada vez que me mirabas sentía más ganas de besarte, de abrazarte, y era como que me estaba volviendo loca. Porque no podía, o al menos, no debía. Pero si no lo hacía iba a perder mi sano juicio. Estábamos en la cama, y... tenía la oportunidad ahí, justo ahí, delante de mis ojos, era el momento perfecto. No sé de donde saqué el valor, ni como lo hice, pero te besé. ¡Si, cualquiera que me conozca ni se lo creería! Pero lo hice, no quería arrepentirme el resto de mi vida de no haberlo echo. Lo mejor fue que no me lo rechazaste. En cuanto te besé lo tuve claro, no eran mariposas en el estómago revoloteando sin parar, porque eso ya lo sentía con solo mirarte. Cuando te besé fue como miles y miles de mariposas, como una selva amazonica reboloteando sin parar en mi estómago. Ese hormigueo por todo el cuerpo, fue como esa adrenalina que te entra al subirte en una montaña rusa... 
Al final nos dormimos, aunque esa noche yo dormí poco. Pero eso sí, al día siguiente tenía una sonrisa de oreja a oreja que no me la iba a quitar nadie.
 No se que fue lo que pasó, pero te quedaste unos días más, y fueron los mejores días de mi vida. Perfectamente podía coger y escribir esos cinco días detalladamente, con pelos y señales, describiendo cada minuto, cada segundo, cada pensamiento, cada sentimiento... Porque estar contigo era como tocar el cielo con la punta de mis dedos, incluso podía coger una nube con mis propias manos y manejarla. Me hiciste sentir tan llena de vida... me hiciste sentir como nunca nadie lo había echo.
Sé que cuando te invité fue solo con el propósito de pasar unos días entre amigos, y te prometo que no tenía ninguna otra intención. Pero aquella noche, en la urbanización privada, cuando te miré cambiaron todos mis propósitos, todas mis inteciones.
Ha pasado tiempo desde esto, casi dos meses para ser exactos, y he intentado sacarte de mi cabeza de todas las maneras posibles, como siempre e echo con los chicos. Pero no, no puedo, contigo es diferente. Y mira que he intentado odiarte, incluso he intentado borrarte de mi vida, he querido borrar todo lo que me recordara a ti, y encima me fuí de mi casa porque mirase a donde mirase... estabas tú. En mi cama tumbado, en la ventana fumándote un cigarro, detrás de mi mientras me miraba en el espejo, al lado mio sentado en el comedor a la hora de comer, en la cocina... en todos lados. Y aún así sabiendo que todo esto paso a unos 77 kilómetros de dónde vivo ahora, no lo saco de mi cabeza. Porque te quiero, sí. No se si esto es bueno o es malo, pero siempre e evitado querer tanto a alguien. Parece una gilipollez, lo sé. Pero tengo miedo a que me hagan daño, a que me fallen, no se, a enamorarme.
Y tú... yo no sé como lo has echo, pero has despertado en mi algo que nadie ha sido capaz, y es algo muy grande.

[UHDAETS5D : Una historia de amor en tan solo 5 días]