T-E-Q-U-I-E-R-O

Te quiero, ¿lo entiendes? Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. Podría repetirlo hasta que mis labios se sequen y las palabras dejen de tener sentido. Podría escribírtelo en francés o en chino, al revés, con letras rojas o con tinta invisible. Podría tatuármelo en la frente, para que lo vieras cada vez que me miraras. Podría hacer que una avioneta lo escribiese en el cielo como en las películas, o que apareciese en el marcador en medio de un partido. Pero no me gustan las avionetas, ni los partidos, y no se hablar ni chino ni francés, no me gustan las agujas y nunca he sabido hacer tinta invisible. Así que solo me queda decírtelo otra vez: ¡TE QUIERO!